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Elmés que viene…


…Se dice Miamiga a sí misma, mientras oye el golpeteo voluntario y rítmico de su cabeza contra el seno del lavabo. El angelico lleva más de un año repitiendo esta frase a modo de mantra antidepresivo pero témome que ya esté a puntito de desesperar. Y no es para menos. Si a cualquiera le estresa y reconcome escuchar más de cinco minutos la musiquilla de espera de cualquier callcenter sin que se vislumbre oreja que te escuche, imagínense llevar más de un año lanzando óvulos al mundo con la esperanza de que alguno vuelva a casa fertilizado y hermoso todo él. Pero nada.

Con lo divertido que es ensayar, mujer – les comentan amables gentes conciliadoras a ella y a Suchico. Ella sonríe y se cagaentó, que la conozco. Y es que esta dichosa espera está haciendo gran mella en su estado anímico. Meses y meses esperando que llegue Laconcepción, Doña Concha para Losamigos, esa buena mujer voluble e impredecible que a veces llega sin avisar y se te presenta a merendar pillándote en bragas, nunca mejor dicho, y otras veces no encuentra tu puerta asín se la señales en rojo chispa sobre el googlemaps.

Por si acaso la buena mujer se decide a visitarles, cada mes el cuerpontero de mi amiga se engalana presuroso para la ocasión. Su endometrio se viste de fiesta y se prepara para recibir invitados, airea la casa, saca la vajilla buena, música suave, aperitivos, algo de cava… Elóvulo con flequillo atusado y engominado se sienta en el salón a esperar, tic, tac, tic, tac, un día, dos días…pero el timbre no suena. Nadie llega. Bueno – se dice ella – esta vez no ha podido ser pero ya vendrá.

Al mes siguiente más de lo mismo. Vuelven todos a prepararse para la fiesta, hormonas a cascoporro correteando nerviosas por su torrente sanguíneo al grito de Jerónimooooo, pitidos de coches, manos que enarbolan banderas y pancartas a lo Bienvenido Mr. Marshall, pero tampoco llega nadie esta vez. Ni los americanos ni sampitopato. Aquí no llama nidios.
El mes que viene será, seguro.

Sin apenas recobrarse del último derechazo, Miamiga empieza el ciclo de nuevo, vuelve a lanzar un óvulopompa que diestro y esperanzado derrapa trompa abajo y cae de culo sobre el mullido y preparadico lecho del útero, a esperar resignado que le saquen a bailar. Nadie se acerca. Nadie le invita ni a un mísero ponche. Yo temo por ella y por su salud mental, ojo, que por un desplante similar Carrie se lió a gorrazos en la peli con medio instituto y aquello terminó como Elrosario de Laurora. No digo más.

Alejando el desaliento a mamporros, su cuerpo vuelve al ataque al mes siguiente. Un nuevo óvulopompa, lanzado desde el cañón cual enano de circo, vigila expectante por si el destino le hace cruzarse con alguien interesante en el camino. Sin más aterriza en el útero, se aloja en sitio visible y… ¡Espera! ¡En el horizonte se adivina algo! ¿Galgos? ¿Podencos? Da igual. Fuera lo que fuese han pasado de largo. Apaga la fogata que esta vez tampoco te han visto.

Perseverante, si bien un poco hasta Losmismísimos de tanto subibaja emocional, su cuerpo sigue lanzando óvulos como churros, además de bengalas, jabalinas y gritos desesperados, pero nada. Pasan los meses y Laconcepción no llega pero Lafrustración avanza a codazos que da gustico verla, pisando el césped, tirando los carros de fruta, dejando un rastro de desolación y líogordo a su paso.

De esta guisa lleva Miamiga más de un año y yo ya no sé qué decirle para animar su espíritu mustio. He probado a regalarle un gato pero me lo devolvió educadamente argumentando cierto temor a que le arañe las cenefas de tul de la cuna que ya tiene dispuesta. Así que impotente de mí le dedico este post y le mando un beso, recordándole que tengo bonita ropa tamaño carpadecirco esperándola. Hasta el mes que viene.

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